
No es tan buena noticia, en realidad. Revela que una gran masa de ciudadanos sigue necesitando ayudas asistenciales; que por sí mismos, que, con su empleo o negocio propio, no pueden mantenerse y que un imprevisto descoloca las economías familiares de medio país. Y ni hablar de sortear un proceso inflacionario que se adivina fuerte y largo.
Así, la alegría que sostendrá en momentos difíciles a los más necesitados se revierte en menos inversiones para producir empleo o infraestructuras que ayuden a mediano plazo a lograr que los ciudadanos necesiten menos ayudas asistenciales directas. Que cada vez más ciudadanos necesiten más ayudas directas presagia un mal futuro. Es una ecuación difícil de resolver. Lo urgente parece imponerse siempre a lo importante, el corto plazo convierte al largo en lejano…
Fuente: Columna AM. Diario Libre