
¿ES ESO UNA MONARQUÍA?
No, pero es como si lo fuera (pregúntale al diputado Eugenio Cedeño, que dijo en una entrevista que «los diputados son como príncipes»). Pero, en fin, la Constitución dice, en su artículo 77, que cuando hay una vacante por cualquier motivo en cualquiera de las Cámaras, el partido al que corresponda deberá presentar una terna (tres candidatos) para llenar el puesto. Luego la Cámara vota, y mayoría gana.
Así que no hay nada ilegal en eso, pero lo que le pica a la gente está en las reglas no escritas: por costumbre, se elige a la primera persona de la terna; y esa primera persona usualmente es el familiar más cercano (el marido o la esposa). Y no solo aplica cuando el congresista muere; de hecho, es mucho más común cuando un legislador es nombrado en un puesto del gobierno.
Hay muchos casos desde hace décadas, y tan recientes como en este mismo período gubernamental, como el de Zaida Polanco, que murió de coronavirus y fue sustituida por su esposo. Pero también hay excepciones, como cuando nombraron a Josefa Castillo en la Superintendencia de Seguros y no se tomó en cuenta a su hijo.
¿Y DÓNDE ESTÁ LA CONTROVERSIA?
En que los diputados y los senadores son elegidos por voluntad popular: la gente votó para que estuvieran ahí diseñando leyes y decidiendo sobre el futuro del país. Si se elige el sustituto a puro dedo, sea familiar o no, se está colocando en el Congreso a una persona que no fue elegida por el pueblo con ni un solo voto. Además, con esa práctica no siempre se toma en cuenta su preparación o historial político.
Fuente: El B.