
12 AÑOS MÁS TARDE
Lula, que salió de la Presidencia con un 82% de aprobación en el 2010, dijo lo mismo ahora al asumir el cargo por tercera vez: «lo urgente es acabar con el hambre». Pero el mundo es muy diferente y esta vez no se le hará tan fácil.
La gran transformación de aquellos períodos se debió en gran parte a la buena ejecución de unos programas sociales que Lula heredó y mejoró del gobierno anterior, aprovechando el aumento de precios de muchas materias primas; también a un buen manejo del presupuesto y al haber logrado buen ritmo de inversión a pesar de ser socialista declarado. Ahora simplemente no hay dinero ni condiciones para ejecutar todos los programas sociales que le dieron el éxito aquella vez.

Para completar, la popularidad de Lula no es la misma que antes, sobre todo porque estuvo preso acusado de aceptarle un apartamento de regalo a… adivina quién… exacto: Odebrecht. Luego la Corte Suprema anuló esa sentencia por mal manejo del proceso, pero como sea Lula quedó con esa mancha.
Ahora solo un 50.9% votó por Lula, versus un 49.1% de Bolsonaro. Ambos son polos opuestos, así que el país está totalmente dividido por el mismito medio. Además, el partido de Bolsonaro consiguió más gobernadores que el de Lula (Brasil tiene un gobierno federal, así que los estados tienen mucha autonomía), y la mayoría en el Congreso es claramente conservadora. Mientras tanto, Bolsonaro todavía no ha dicho ni pío, y por eso la gente tiene el miedo de que no vaya a cooperar con la transición de poder.
Fuente: El Brifin.