El Día Internacional de la Conservación del Suelo, se celebra cada 7 de julio desde el año 1963.
Se eligió este día en particular, en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quién dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva del mismo o dicho en sus propias palabras:
«La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas».
En un mundo donde se habla continuamente acerca del cambio climático, casi nadie se ha parado a pensar, cómo afecta la contaminación o la explotación excesiva de los suelos a la destrucción del medio ambiente, poniendo en riesgo la supervivencia de las especies.
La conservación del suelo es crucial para la supervivencia y el bienestar de los seres humanos y el medio ambiente. El suelo es un recurso natural limitado y no renovable, esencial para la producción de alimentos, la absorción de agua y la regulación del clima. La degradación del suelo puede tener consecuencias graves, como la pérdida de la capacidad de producción de alimentos, la erosión del suelo y la contaminación del agua.
La conservación del suelo involucra prácticas agrícolas y forestales sostenibles que protegen y mejoran la calidad del suelo. La aplicación de técnicas como la rotación de cultivos, el uso adecuado del riego, el control de plagas y enfermedades, la aplicación adecuada de fertilizantes y la siembra directa son algunas prácticas que ayudan a mantener la salud del suelo.
La erosión del suelo es uno de los mayores problemas relacionados con la conservación del suelo. La erosión puede ocurrir debido a factores naturales como el viento, la lluvia y la topografía, así como por actividades humanas como la tala de bosques, la agricultura intensiva y las construcciones. La erosión puede causar pérdida de nutrientes en el suelo, disminución en la capacidad de retener agua y reducción en el crecimiento vegetal.
La conservación del suelo también es importante para proteger los recursos hídricos. El suelo actúa como un filtro natural que ayuda a retener agua, reduciendo así las posibilidades de contaminación en cuerpos de agua como ríos, lagos y acuíferos subterráneos.
Además, la conservación del suelo puede ayudar a reducir la emisión de gases de efecto invernadero. El suelo almacena grandes cantidades de carbono orgánico, y su degradación puede liberar grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. Por lo tanto, la conservación del suelo puede contribuir a la mitigación del cambio climático.
En resumen, la conservación del suelo es esencial para garantizar la sostenibilidad agrícola, proteger los recursos hídricos, mantener la biodiversidad y reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Para lograr esto, es importante adoptar prácticas agrícolas y forestales sostenibles que promuevan la salud del suelo y reduzcan los impactos negativos en el medio ambiente.